domingo, 26 de diciembre de 2010

National Geographic estrena Restrepo

Considerado como uno de los destinos más peligrosos de la guerra, el remoto Valle de Korengal, un valle accidentado de diez kilómetros de largo cerca de la frontera con Pakistán, ha formado parte del epicentro de la guerra en Afganistán. Considerado como un punto de relevo crucial para los combatientes talibanes en movimiento desde Pakistán hacia Kabul, se cree que varios altos líderes de Al Qaeda lo han utilizado como base de operaciones. En 2005, los combatientes talibanes acorralaron a cuatro hombres del equipo de la Marina de Korengal, mataron a tres de ellos, y luego derribaron el helicóptero enviado para salvarlos. Los 16 militares americanos a bordo murieron. Hasta la fecha, cerca de 50 soldados estadounidenses han perdido la vida allí.
El valle fue abandonado por los militares norteamericanos en abril de 2010. Sin embargo, a finales de 2007, Korengal sirvió como base a un grupo de hombres liderado por las fuerzas estadounidenses en la zona. Casi una quinta parte de todo el combate en Afganistán tenía lugar allí. La lucha fue a pie y mortal. La zona de control estadounidense se trasladó colina por colina, cerro por cerro, avanzando unos cien metros cada vez.
La odisea vivida en Korengal por los soldados estacionados en el valle entre 2007 y 2008 es la protagonista del largometraje documental Restrepo, producción realizada en base a los testimonios de estos militares y estrenada en salas de cine de Estados Unidos, que se ha convertido en una de las producciones documentales más aclamadas de 2010.
Restrepo ha obtenido el Gran Premio del Jurado en la pasada edición del Festival de Sundance y se encuentra entre los quince filmes documentales preseleccionados para ser nominados este año al Oscar. En España, Restrepo podrá verse en exclusiva en National Geographic Channel, que lo estrenará el próximo domingo 26 de diciembre, a las 21:30 horas. El canal de televisión adquirió los derechos televisivos del documental, tanto domésticos para el mercado norteamericano como internacionales, tras su paso por Sundance.



Restrepo es fruto de la colaboración entre el fotoperiodista Tim Hetherington y el periodista y escritor Sebastian Junger, basado en sus propios trabajos: el libro War, de Jünger, y la recopilación fotográfica Infiel, de Hetherington.
El documental narra las experiencias vividas durante quince meses por el segundo pelotón de militares de EE.UU y la Compañía de Batalla de la 173 Brigada Aerotransportada, entre los que Hetherington y Junger estuvieron infiltrados para recopilar más de 150 horas de metraje y retratar el aburrimiento, el humor, el terror y la vida cotidiana en el puesto de avanzada, bautizado por los soldados como Restrepo, en honor a su médico, Juan Restrepo, quien murió en una acción bélica.
Hetherington y Junger se unieron a los hombres del Segundo Pelotón en junio de 2007. Durante los siguientes quince meses, realizaron un total de diez viajes a Korengal. Cada viaje repitió el mismo ritual: primero un vuelo en helicóptero desde la base principal del valle, después un recorrido a pie de dos horas hasta llegar al lugar conocido como Restrepo. Allí no había agua corriente, ni Internet, ni comunicación telefónica y, durante un tiempo, tampoco electricidad o calefacción. El lugar no podía ser más inhóspito: sólo bolsas de arena y municiones. Algunos días, el puesto era atacado tres o cuatro veces desde distancias de hasta 50 metros.
Hetherington y Junger, a veces juntos, otras por separado, hacían lo mismo que los soldados, excepto hacer guardia y disparar durante los tiroteos. Dormían y comían con ellos, y sobrevivieron juntos al calor, al frío y a las moscas. Salían a patrullar con los soldados y de hecho llegaron a ser considerados parte del pelotón.
Dadas las circunstancias, las condiciones para la filmación no podrían haber sido más duras. Las montañas de los alrededores se elevaban a una altura de 3.000 metros y sólo era posible desplazarse a pie. Las operaciones militares de larga duración obligaban a llevar baterías para la cámara con potencia suficiente como para una semana o más, además de los 20 kilos de equipo necesario en las patrullas ordinarias. Fue una verdadera odisea: las cámaras se golpearon contra las rocas, se mezclaron con tierra y se golpearon con los cartuchos de depósito durante los combates.
Durante los meses que duró el rodaje, algunos hombres murieron y otros resultaron heridos, lo que planteó un dilema moral a los cineastas: decidir cuándo era el momento propicio para encender la cámara y cuándo no. Gracias a la relación especial que establecieron con los militares, hizo posible que pudieran seguir filmando en situaciones en las que otros periodistas hubieran sido obligados a parar.
Tres meses después del final del despliegue, Hetherington y Junger viajaron a Vicenza, en Italia, donde se encuentra la base de la unidad militar, para completar el documental con las declaraciones de los soldados que regresaban de Afganistán. Se utilizaron Very-Cams, una potente luz, un paquete de sonido y dos cámaras para llevar a cabo entrevistas en profundidad con los militares que habían participado en la misión. Estas entrevistas, consideradas al principio como el nexo de unión con la realidad, terminaron siendo parte del material más potente y modificaron todo el proyecto. Los soldados fueron capaces de poner un nivel de emoción y de introspección que, simplemente, no es posible durante el combate.





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