viernes, 4 de febrero de 2011

La mirada de Ulises

Septiembre de 1995. Festival de Cine de San Sebastián. Cines Príncipe. Un centenar de " chicos de la prensa " comienzan a ver la última película del director griego Theo Angelopoulos, ( El viaje de los comediantes, Los cazadores, Paisaje en la niebla, La eternidad y un día ) La mirada de Ulises, que venía de ganar el Gran Premio del Jurado del Festival de Cannes . Al cabo de casi tres horas apenas una docena reciben la luz de la sala al finalizar la proyección. Y es que, verdaderamente, que nadie espere una película fácil de ver o digerir. Todo lo contrario. Este Ulises se atraganta, con una lentitud que a muchos se les hace agónica, pero es un ejercicio perfecto de buen cine. Si entras no quieres salir, y en tras las escenas finales pides más, necesitas saber que puede ocurrir a partir de ese momento. En resumen, esos ciento setenta minutos se pasan casi en un suspiro y se hacen cortos. Esa es la magia del cine, que penetra de manera diferente en cada cabeza.
Harvey Keitel es un cineasta griego, pero residente en Estados Unidos, que vuelve a su patria para buscar unos rollos de películas de los hermanos Manakis, tal vez los primeros rodados en su patria y auténtico " santo grial " para él. Las circunstancias le obligan a viajar por los Balcanes, en pleno conflicto de los noventa, hasta llegar a una Sarajevo destruida y en los peores momentos del conflicto. Y es precisamente allí, entre la desolación y la muerte, donde se concentran los momentos más espectaculares, más emocionantes, los que terminan por arrastrarnos junto a Keitel en pos de un " sueño imposible " quijotesco.
Recienteme logré volver a verla tras localizarla en una de esas catacumbas a las que a veces bajo, con gran alegría por otra parte pues la recuperaba tras casi quince años, y la sensación de estar frente a una obra maestra fue la misma que el primer día. Si algún día está a vuestro alcance, previo milagro, intentarlo. Como decía mi abuela, con el no ya vas.






















Dos regalos del Liceu

El Teatro del Liceu nos ofrece dos regalos estos días en forma de vídeo. En primer lugar un fragmento Anna Bolena de Gaetano Donizetti, último titulo ofrecido hasta ahora de su Temporada. Concretamente el Va, infelice, e teco reca il perdono di Bolena del su Segundo Acto. Las voces son las de Edita Gruberova ( Anna Bolena ) y Elina Garanca ( Giovanna Seymour ).
Por otra parte la soprano norteamericana Tamara Wilson, Primer Premio en el apartado Femenino del XVIII Concurso Francesc Viñas, canta el Qui Radames verra de Aida de Giuseppe Verdi, en su concierto final.