Ahora tendremos que ver si esta es la excepción que confirma la regla o si en un futuro próximo otros diarios siguen el ejemplo de Le Monde.
Juan Pedro Quiñones, en su página Una temporada en el infierno glosa de esta manera su figura.
Le Monde en manos de Sylvie Kauffman
Sylvie Kauffmann (55 años) encarna una doble “revolución tranquila”: es la primera mujer que dirige la redacción de Le Monde; y accede a ese puesto estratégico sin haber pasado nunca por la tradicional y fratricida “filial” de la política nacional.
PERIÓDICO MUY CONSERVADOR
“No llego a este puesto para gestionar un naufragio, si no para cambiar cosas de fondo, en tandem con Eric Fottorino”, comenta Kauffmann, agregando: “No se me ocultan las dificultades. Pero no se hubiese pasado por la cabeza rechazar un honor de este tipo. Con sus 280 periodistas, Le Monde tiene dos puntos fuertes: su experiencia y su independencia”.
Históricamente, Le Monde había buscado sus directores y directores de redacción en la cantera propia, curtidos durante años en las incontables batallas políticas y diplomáticas del periódico, que terminaron devorando a los elegidos. Fue el caso de André Fontaine y Jean-Marie Colombani, entre otros.
Kauffmann llega a la dirección en otra encrucijada histórica: cuando Le Monde aspira a integrar, de manera “reactiva”, la redacción papel, la redacción online y la redacción del magazine. “Le Monde es un periódico muy conservador en sus métodos -comenta Kauffmann-. Todo está profundamente enraizado en sus tradiciones y sus valores. Ha llegado el momento de cambiar, inventar, imaginar”.
REPORTERA COSMOPOLITA
Kauffmann llega a directora, tras una trayectoria brillantísima y atípica en la historia del periódico. Casada con un diplomático de carrera, más liberal que trostkista (como uno de sus antecesores), deportiva (va al periódico en bicicleta), jamás ha escrito editoriales políticos (el género de referencia de los directores del periódico), ganó su reputación como reportera cosmopolita, fue reclutada por Le Monde por el rigor de su trabajo como “agenciera”, delegada de la France Press en Londres (1980-84), Varsovia (1984-85) y Moscú (1986-88).
Nacida en Marsella, formada en París (ciencias políticas), Kauffmann comenzó como cronista de rock. Pero la profesión y el amor (siguiendo a su esposo en un dorado destierro) la llevaron por la España de la transición, la Inglaterra del teatcherismo, la Nueva Caledonia de las revueltas étnicas, la Europa del Este donde no cayeron las ilusiones que nunca tuvo pero se forjó su primera reputación de reportera libre e independiente.
CORREDORA DE FONDO
Ya en Le Monde, asistida, en Moscú (1988/9), por un “honorable corresponsal” del KGB, Kauffmann cubrió el final de la perestroika y el derrumbamiento del imperio comunista hasta 1993, cuando, siguiendo a su marido, se marchó a los EE.UU., donde trabajó como corresponsal de Le Monde, en Washington y Nueva York, durante los años Clinton.
De nuevo en París, el 2001, para dirigir el servicio de grandes reportajes, volverá pronto al Sur Este asiático (2006), durante una corta temporada, para instalarse definitivamente en París, en un rincón chic del distrito VI. Al ritmo dinámico de una corredora de fondo, Kauffmann fue cooptada como directora adjunta de la redacción, acompañando a Alain Frachon, su antecesor, que la recibe con simpatía: “Sylvie es muy tenaz. Y tiene carisma. No es una doctrinaria. No está marcada por antiguas batallas internas, que han desgarrado la redacción. Por todo eso, podrá triunfar”.
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