Nunca es tarde... La verdad es que la tenía apartada para ver desde hacía mucho tiempo. Buenas críticas, premios, precedentes interesantes del duo Campanella-Darín, recomendaciones encarecidas de amigos que no podían comprender que todavía no la hubiera visto... Así que la noche del viernes la dediqué a ver El secreto de sus ojos y la experiencia no ha podido ser más satisfactoria.
Un buen reparto con Ricardo Darín y Soledad Villamil a la cabeza, pero secundados por un brillante e irreconocible Guillermo Francella ( Un Día en el Paraíso o Un novio para mi mujer ) haciendo un Pablo Sandoval borrachín e imprescindible para el perfecto engranaje de la historia, y por Pablo Rago, ese viudo que termina por subirse a los mismísimas barbas del sistema, y al que todos recordaréis como el amigo italiano de Ernesto Alterio en la serie Vientos de agua, otra creación de Campanella.
La película de Juan José Campanella ( El mismo amor, la misma lluvia, El hijo de la novia, Luna de Avellaneda, todas ellas con Ricardo Darín de protagonista ) es realmente brillante, te mantiene en posición de firmes desde el minuto uno y no te permite un respiro hasta que la puerta del despacho de la fiscal Menéndez-Hastings se cierra.
Y es que en el fondo El secreto de sus ojos, basada en la novela de Eduardo Sacheri La pregunta de sus ojos, es mucho más que que la simple recreación de la investigación de un brutal asesinato. La trama nos va llevando poco a poco a la otra historia central, esta de amor, entre dos personajes, Darín y Villamil ( que ya trabajó a las ordenes de Campanella en El mismo amor, la misma lluvia ), incapaces hasta el último instante de reconocer lo que es una pura evidencia para el espectador.
Y que decir de esos postreros segundos de metraje, que me resultaron tremendamente emocionantes, con un diálogo sencillo a la vez que premonitorio de un desenlace feliz. Va ser complicado, dice Villamil. Darín la mira con una media sonrisa que lo dice todo: no me importa. Y ella pone fin a todo con un cierra la puerta que pone los pelos de punta.
Será que soy un romántico empedernido, tal vez, pero me pareció un momento maravilloso, un buen broche final a una película que nadie debería perderse.
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