viernes, 14 de enero de 2011

Reflexiones del Papa

El periodista Darío Menor ( Murcia, 1982 ) es corresponsal de La Razón en Italia y El Vaticano, tras su paso por Egipto y Canadá. Aquí repasa las opiniones del Papa Benedicto XVI sobre varios temas candentes de la cristiandad. Gobiernos, educación, profesionales... casi nada se escapó a la mirada del Santo Padre.



El Papa, contra Educación para la Ciudadanía

El Pontífice denuncia los «cursos» contra la fe y la familia que se imponen mediante la asignatura en países europeos

Como cada principio de enero, el Papa recibió ayer en audiencia a los embajadores acreditados ante la Santa Sede dedicándoles un discurso en el que desgranó alguna de las principales preocupaciones del Vaticano ante el nuevo año.

En su discurso a los embajadores, Benedicto XVI repasa los ataques a la libertad religiosa en Oriente y Occidente.



Benedicto XVI hizo dos veces referencia a España: la primera de forma directa al recordar el viaje apostólico del pasado mes de noviembre a Santiago de Compostela y Barcelona; la segunda al criticar a nuestro país (sin citarlo expresamente) por sus manuales escolares de educación sexual y por la asignatura de Educación para la Ciudadanía.

El Pontífice afirmó que la imposición a los alumnos de «cursos de educación sexual o cívica» puede suponer una «amenaza a la libertad religiosa de las familias», cuando «transmiten una concepción de la persona y de la vida pretendidamente neutra, pero en realidad reflejan una antropología contraria a la fe y a la justa razón».

Educación sexual


El portavoz vaticano, el jesuita Federico Lombardi, aclaró después de que el Papa realizase su discurso que esta advertencia iba dirigida a España por la controversia que ha provocado la imposición en las aulas de la educación sexual y cívica.

En su análisis de la situación de Occidente, Benedicto XVI denunció que se considera la religión «un factor sin importancia, extraño a la sociedad moderna o incluso desestabilizador, y se busca por diversos medios impedir su influencia en la vida social».

Como resultado de esta tendencia, algunos profesionales, como los médicos y abogados, se ven obligados a desempeñar su actividad laboral dejando a un lado «sus convicciones religiosas o morales», debido a las leyes que «limitan» su derecho «a la objeción de conciencia».
Esta ambición por sacar a la religión de todo espacio público tiene su representación en la campaña para desterrar el crucifijo de las aulas de los colegios.

El Papa recordó y agradeció en su discurso a los embajadores el recurso del Gobierno italiano «a la famosa causa» del Tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo que exigía la retirada de este símbolo religioso de las escuelas.

En particular el obispo de Roma dio las gracias «al Patriarcado de Moscú y a los demás representantes de la jerarquía ortodoxa» que se han unido a Italia y a otros países europeos para conseguir la revisión de esta sentencia.

En una firme defensa del lugar que la Iglesia ocupa en el mundo, Benedicto XVI afirmó que «la religión no constituye un problema para la sociedad» y que «no es un factor de perturbación o de conflicto». «Quisiera repetir que la Iglesia no busca privilegios, ni quiere intervenir en cuestiones extrañas a su misión, sino simplemente cumplirla con libertad», afirmó. El Papa lanzó luego a cada uno de los diplomáticos presentes y a todo el mundo la siguiente cuestión: «¿Cómo negar la aportación de las grandes religiones del mundo al desarrollo de la civilización?».

No al monopolio estatal


El Pontífice recordó también que la libertad religiosa supone también la garantía de que «las comunidades religiosas puedan trabajar libremente en la sociedad, con iniciativas en el ámbito social, caritativo o educativo». Esta labor, que consideró verificable «por todo el mundo», está amenazada por algunas leyes educativas que, en América Latina, «amenazan con crear una especie de monopolio escolástico estatal».


Pide libertad a Pakistán y Arabia


El Papa no calló ante la persecución que sufren los cristianos. Citó a Irak, Egipto, China, Nigeria y Pakistán, aunque sus palabras iban dirigidas a todos aquellos países donde se pisotea la libertad religiosa. Ésta es para Benedicto XVI «el primer derecho» porque «históricamente ha sido afirmado en primer lugar» y «tiene como objeto la dimensión constitutiva del hombre, su relación con el Creador». Una de las normas más dañinas contra la libertad religiosa es la ley paquistaní sobre la blasfemia, responsable de que la cristiana Asia Bibi haya sido condenada a muerte. «Animo de nuevo a las autoridades a realizar los esfuerzos necesarios para abrogarla, tanto más cuanto es evidente que sirve de pretexto para cometer injusticias y violencias contra las minorías religiosas», pidió el Pontífice al Gobierno paquistaní. Otra de las peticiones que hizo ayer el Papa iba dirigida a los países de la Península Arábiga, a los que instó a que permitan la construcción de parroquias católicas para las comunidades de trabajadores inmigrantes.


Darío Menor para LA RAZÓN

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