Lo leí en el clásico cartel de fiestas de un pueblecito esta misma tarde. A las diez de la noche Gran Callada. Inmediatamente pienso en una especie de vigilia de silencio para foraneos y propios. Pero no. Se trataba de una degustación de callos regados de sidra o buen vino. Ingenio, que gran palabra.
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