El productor
Cameron Mackinstosh concedió esta entrevista a
El Cultural cuando faltaban pocos día para que
Madrid reciba el nuevo montaje de
Los Miserables. En ella se descubrimos la fuerte de pernalidad de un hombre que domina el mundo de los musicales en el Reino Unido, y en buena parte del mundo. Nuevos y viejos musicales dominan gracias a él la escena londinense. Entre sus revelaciones destaca el proyecto, que parece tomar forma tras varios años de insistentes rumores, para llevar al cine la joya de la corona del universo
Mackinstosh:
Los Miserables.
Cameron Mackinstosh: El musical no inventa nada, actualiza la ópera
Un nuevo espectáculo de Los Miserables celebra sus 25 años en el Lope de Vega de Madrid, donde se estrena el día 18. El Cultural habló con Cameron Mackintosh, su artífice y el de los títulos más famosos del género como Cats, El fantasma de la ópera o Miss Saigon.
Por su aspecto campechano y deportivo, nadie diría que
Sir Cameron Mackintosh es una de las figuras más poderosas e influyentes del show business británico. Enérgico, parece acostumbrado a mandar y a posar ante el fotógrafo, momento durante el cual suelta una ironía british. Mackinstosh debe su fortuna a los musicales. Si se piensa en alguno de los títulos más famosos del género, -
Cats,
El fantasma de la ópera,
Los Miserables,
Miss Saigon,
Las Brujas de Eastwick, además de las producciones actualizadas de
My Fair Lady,
Oliver o
Mary Poppins- ahí está su firma de “creator” encabezando el cartel.
Es, además, un apasionado de la arquitectura y controla con su socio
Bernard Delfont siete teatros en el
West End de
Londres (cinco en propiedad), que ha rehabilitado con gusto exquisito. Uno de los más grande es el
Queen's Theatre, con un millar de butacas, donde se representa desde hace siete años Los miserables. El musical es el más longevo en la historia de los musicales, lleva 25 años presidiendo la cartelera de Londres, concretamente desde el 8 de octubre de 1985, cuando
Cameron lo estrenó en el
Barbican, hogar entonces de la
Royal Shakespeare Company (
RSC).
La historia de cómo se gestó este musical ocupa una de las páginas más interesantes en la historia del teatro. Tras su estreno, la obra convocó críticas feroces que se cebaron sobre todo con el director,
Trevor Nunn, por haber producido un musical desde una institución pública como la
RSC. Pero el público apoyó masivamente el espectáculo desde el principio, por lo que
Cameron decidió transferirlo luego al
Palace Theatre, donde estuvo representándose hasta 2004. De esta forma,
Los Miserables ha sido una de las inversiones más ventajosas para la
RSC.
-
Cuando Los Miserables se estrenó en París estuvo tres meses en cartel. Desde que usted la estrenó en Londres ha permanecido 25 años. ¿Cómo lo explica?
- Lo que se estrenó en
París nada tenía que ver con lo que yo hice. Me ofrecieron producirla, pero antes quise escucharla y me encantó. Así que en enero del 83 fui a
París y me entrevisté con
Alain Boubil y
Claude Michel Schönberg (creadores de la música y el libreto). La producción original en
París era larguísima, un cuadro enorme, y el público estaba muy familiarizado con el argumento. Yo lo ajusté, lo acorté y lo hice comprensible para gente que no conocía la historia. Luego decidí que había que rehacer el libreto. Pensé en
James Fenton para esa labor, era periodista y crítico de
The Sunday Times, y había conseguido llevar a la gente joven a ver
Rigoletto a la ópera. Estuvimos más de 20 meses trabajando, pero aunque él es un poeta brillante, no fue muy buen colaborador, excepto a la hora de la comida. Hoy se conservan algunas partes que él ideó, el prólogo, la escena del café y hay seis o siete líneas originales suyas. Pero era evidente que necesitábamos a alguien que pudiera poner orden en el guión.
Coproducción con la RSC
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¿Y por qué se le ocurrió coproducirla con la Royal Shakespeare Company?
- Pensé que
Trevor Nunn, que ya había dirigido
Cats, sería un director maravilloso, pero él estaba al frente de la
RSC. Estamos en 1984,
Trevor todavía no se ha decidido a aceptar mi propuesta, y yo concibo
Los Miserables como un West End music-hall. Pero Trevor finalmente me dice que acepta con dos condiciones: la producción será con la
RSC y, además, quiere codirigirla con
John Caird. Ellos ya habían trabajado juntos en
Song and Dance, de
Lloyd Weber, y en
Nicholas Nickleby, que también era una historia clásica. Acepté, pero puse también mi condición: no lo haría con el departamento musical de la
RSC, lo haría a mi manera, aunque estaba encantado de utilizar el teatro y hacerlo en el ambiente de la Compañía.
Lo público y lo privado
-
Entonces, ¿no participaron los actores del RSC?
- Hicimos un casting, como exigió
Trevor, pero de la
RSC sólo hubo tres actores, y uno de ellos ya había participado en
Cats.
-
Y ha sido uno de los grandes éxitos, también económicos, de la RSC, justo cuando atravesaba un momento crítico.
-No era un momento delicado para la
RSC. Ellos tienen siempre un presupuesto asignado para producción. Entonces pusieron una tercera parte de lo que costó. Al ser una empresa pública recibieron muchísimas críticas, durísimas, y debo decir que
Trevor Nunn fue muy valiente, defendió a capa y espada la producción y, especialmente, en un momento en el que las Artes experimentaban un recorte presupuestario. Ésta es de las pocas veces que la combinación de teatro comercial y teatro público ha funcionado. Y quien piense en hacer un proyecto similar, que se lo piense muy mucho. Es muy difícil que salga bien y hay que elegir bien el momento y el producto.
-
¿Por qué es tan difícil?
- Yo comencé en teatros subvencionados y en 1978 hice una gira de musicales por varios teatros públicos de
Inglaterra. Más tarde, el
Arts Council se dio cuenta de que no todo el mundo quiere ir a la ópera o al ballet, y me subvencionó musicales como
My fair lady y
Oklahoma. Recuerdo que cuando
Andrew Lloyd Weber se enteró, dijo: qué listo, les ha sacado la pasta al
Arts Council, voy a llamarle a ver si hacemos algo. El resultado fue
Cats, un musical sobre poemas de
T.S. Eliot en el que nadie creía. Pero, en relación con su pregunta, le diré que en 2002 yo tenía los derechos de
My fair lady y lo hice con el
National Theatre (
NT). Y hace quince años devolví bastante dinero a través de mi fundación (
The Mackintosh Foundation) al
NT para que pusiera en escena musicales que, si no se subvencionan, no se harían porque no son rentables.
-
¿Han cambiado tanto los gustos del público de teatro para que haya decidido ahora modificar la producción original de Los miserables?
- ¡Es que no podía aguantar más! (Ironiza). Son ya 25 años y era necesario refrescar algunas cosas. Pero los gustos del público no cambian tanto, a la gente le encantan el antiguo montaje. Además, luego pensé que si en otros países se hacen producciones propias de
Los Miserables, ¿por qué no hacerlo yo también? Es increíble cómo tanto la nueva producción como la antigua tienen más éxito que
Mamma Mía o
El fantasma de la ópera. La original está ahora en el
Queen Theatre, después de haber estado durante años en el
Palace Theatre; era un teatro de
Weber, que me echó de él aunque tuvo que pagar un pastón para que me fuera. La nueva producción se ha estrenado en el
Barbican, y después de una gira por
Gran Bretaña la hemos representado en
París.
Curtido en el mundo del espectáculo desde muy joven, Cameron es un productor con fama de trabajar muy estrechamente con los equipos artísticos que él selecciona cuidadosamente y de supervisar personalmente el resultado final. Él es el alma de sus producciones. “Ahora, cuando dan un premio a la producción, sube un montón de gente a recogerlo. No es mi caso”, comenta para ilustrar cómo entiende su labor siempre al pie del cañón. También ha sido el primero en hacer espectáculos en capitales internacionales reconociendo que pueden ser tan rentables o más como hacerlas en Londres o Nueva York. Son una copia de los originales cuya calidad controla con meticulosidad con severas licencias.
Un sueño de 30 años
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¿Cómo decidió dedicarse a los musicales?
-Lo tuve claro desde los ocho años. Era mi sueño. Recuerdo hace veinte años que estaba en
Viena y me encontré con tres producciones mías, no está nada mal, pensé. Sepa que hace unos diez años trabajar en musicales no era nada cool (moderno). Pues bien, ahora, que voy a cumplir 64 años dentro de unas semanas, hago los mismos musicales que hice hace treinta. Lo único que ha cambiado es el público, que sigue siendo joven.
- ¿Cuál es la clave de que el género funcione tan bien y salte fronteras tan fácilmente?
- Es como la ópera, las grandes óperas se hacen en todo el mundo. Con el musical ocurre lo mismo. Yo ahora estoy comenzando a tener contactos con los grandes teatros de ópera para repetir la experiencia de musicales como Sweeney Todd, que ha sido producido y representado en teatros de ópera. Hay que pensar que Los Miserables es hoy como un gran éxito operístico de hace cien años. En cualquier caso, lo importante es tener una buena historia. Porque no estamos inventando nada, sino que actualizamos un género. Si lo haces bien, puede funcionar.
- ¿Qué ha pasado para que hace diez años no fuera nada cool trabajar en un musical y ahora se integre en las programaciones operísticas de los grandes teatros?
- El mundo ha cambiado bastante. Hace veinte años, los actores no cantaban ni bailaban, y ahora lo hacen. Hoy por el musical se interesan nombres como Sam Mendes y otros directores famosos que precisamente no proceden del género. Yo he producido Mary Poppins en el National Theatre. También los teatros se dan cuenta que si no renuevan, morirán, y por eso andan buscando musicales.
- ¿Ha llegado ya a algún acuerdo con algún teatro de ópera?
- Bueno, en Alemania ya se ha hecho y estoy en conversaciones con algunos teatros. Pero ahora estoy centrado en el 25 aniversario de Los Miserables, del que vamos también a hacer una película que comenzaremos a rodar en 18 meses.
- Usted tiene siete teatros en Londres. Como productor ¿qué le garantiza poseerlos?
- Son teatros que no están destinados únicamente al musical, sino que se hacen otros géneros. Muchos los he restaurados porque soy un amante de la arquitectura, me encanta.
- Pero ¿le exigirá un nivel alto de producción?
- No tengo problemas, soy muy rico, he ganado mucho dinero. Y no todo lo que se exhibe en mis teatros, lo produzco yo. Ahora me he hecho un experto en resolver los problemas que surgen en los lavabos de señoras. En el teatro Prince of Wales acabamos de instalar 30 servicios para señoras, muchos más que de caballeros, pero se seguían formando unas colas enormes. Y es que una mujer, cuando va al servicio, si ve que la puerta está cerrada, espera, pero un hombre empuja la puerta. Tuvimos que inventar una puerta que oscilara un poquito para que se viera si estaba libre o no.
Un cerdo, protagonista
- ¿Cuántas producciones hace al año?
- Unas treinta en todo el mundo, en las que estoy implicado personalmente. En los próximos dos años pondré en marcha quince nuevos proyectos. Pero en el mundo entero se producen unas cincuenta obras mías en las que yo no intervengo. Tenga en cuenta que en cada producción participan una media de 200 personas.
- ¿Su próximo desafío?
- Lo más difícil siempre es encontrar una buena historia. Preparo un nuevo musical, Betty Blue Eyes, el primero que hago después de diez años, lo anterior que hice fue Las Brujas de Eastwick. El nuevo está basado en una obra de Alan Bennet y está siendo adaptada por George Stiles y Anthony Drewe (Mary Poppins). El protagonista será ¡un cerdo!
Víctor Hugo escenógrafo La nueva producción de Los Miserables, la que se estrena en Madrid, adapta la obra homónima de Víctor Hugo y se inspira en la obra pictórica del autor -unos 4000 dibujos- para la escenografía. Es el mayor cambio que muestra la nueva producción respecto a la original. El escenógrafo Matt Kinley ha recreado las pinturas de Hugo en proyecciones que sirven para ambientar las numerosísimas escenas del espectáculo. Con este nuevo espectáculo, Mackintosh celebra el 25 aniversario de la producción, además de organizar un concierto multitudinario el pasado 3 de octubre en Londres por el que desfilaron los artistas más famosos que han protagonizado la obra en todo el mundo.